¿A usted nunca le ha pasado que la vida se le enreda?
El miedo, las expectativas. Los no puedo, el hartazgo, el tedio, los cuidados ¿Quién cuida de nosotras?
Y ese dolor en la tripa que te revuelve, pero continúas, ¿Qué vas a hacer?
Y te paralizas, mientras el resto avanza y crece. Tú, en stand by constante, a vueltas con los tropiezos, las frustraciones. El bucle.
Y esto no va a ningún lado, y los ‘¿qué estoy haciendo?’, ‘¿qué está pasando?’, ‘¿para qué?’, ‘me quiero ir’. El trabajo, las prisas. Quiero tiempo, no lo hay. Corre que ya vas tarde a todo. Relaciones fallidas, amistades no tan amigas, familia. Y las tripas de nuevo.
Responsabilidad: afectiva, emocional, ¿un mito?
Honestidad ¿dónde estás?
Y la decepción (por millonésima vez), la rabia, la impotencia.
¡Ay mira!, un poquito de ilusión, ahí está. Respira, respira, respira. Vuelta a empezar.
A mi la vida se me ha enredado mucho. Y cansa y abruma; y qué fácil es todo en las películas, donde las penas duran media horita…
Y yo quiero irme lejos y ver y hacerme bella por haber visto, quiero aprender a que me quieran, dejarme querer y ser querida, querer. Como Catalina, que decía en su canción, vengo del corral porque quiero amor y quiero amar, pues yo igual, señor. Y la pena me la cargo a la espalda…
Pero pesa. Decisiones. Y qué miedo da el bosque, cambiar, irte, dejar todo atrás. Alejarte de lo malo, pasar página y volver a empezar. Confiar otra vez.
Para. Respira. Escúcha(te) ¿Qué sientes? Yo no sé de otras cosas, pero de estas, vaya que sí.
Y continuamos, «Mi Lea pequeña, paciencia, no te conformes», pero qué difícil es a veces no hacerlo.